miércoles, 26 de octubre de 2011

- Sin remisión -


 Jessie J - Price Tag ( Live in Jools Holland 2010)


         Tras los tristes resquicios de luz que dejaban pasar las andrajosas cortinas del desvencijado dormitorio, el remanso de paz que dejaba su respiración le daba alas para continuar con su viaje. Dejo sobre la mesita un par de billetes de 50, se abotono el abrigo cruzado de marinero, y traspaso la puerta de la estancia en silencio abandonando la habitación.
         Quizás deberías de mostrar un poco de respeto a ciertos aspectos de la vida que en ningún momento te llegaron a llamar la atención lo suficiente como para poder escapar a sus influencias en tu existencia.
         No todas la veces el ser humano consigue deshacerse del vestigio impertinente de su realidad en un momento determinado, sin poder apearse de sus silencios, de su inmisericorde juicio ante la pasividad ajena.
        Nadie debería encender las luces de las habitaciones cuando aun están ocupadas, en señal de respeto hacia los demás.
        Evidentemente a él le daba exactamente igual, su vida continuaba aturdida por los ultimos acontecimientos, de modo que tras subirse las solapas, calarse la gorra dante y aguantar estoicamente la fuerte embestida de la vida, el fuerte golpear de la lluvia. volvio a sonreir como se estaba volviendo costumbre en él.
        No pedirá disculpas, no se sentara en el arroyo para descubrir el frió del atardecer del invierno, no volverá a cometer el error de sincerarse con nadie. Caminara, sin mirar atrás, sin verse reflejado en las opacas ventanillas de los coches al pasar.
        Hoy es su dia, como el resto del tiempo pasado que menosprecio y la continuidad del futuro que debe recuperar.
        Introdujo su mano en el bolsillo del pantalón y descubrio con sorpresa un paquete arrugado de cigarrillos. Lo abrio, extrajo con cuidado su último Camel light, y tras enderazarlo con una maniobra delicada con la mano, que apunto estuvo de quebrar definitivamente el pitillo, lo encendio con delicadeza tras el metálico click de su inseparable y  golpeado Zippo.
        Exhaló una enorme calada, permitio que el maléfico humo inundase sus pulmones, y al sentirse nuevamente vivo como para volver a morir, continuo su caminar entre la fina, fria y resbaladiza lluvia, sintiendo que no volveria a dejar escapar un segundo más sin aprovecharlo.


 

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