domingo, 4 de diciembre de 2011

INIQUIDAD





The Ting Tings - Silence -



        Hace calor, las tropas cruzan el puente despacio, mirando hacia el suelo, pensativas y derrotadas. Los cañones aun resuenan en el eco de sus cabezas. Un tremendo olor a podrido inundan sus pulmones, mientras el agua fina y perlada de la mañana se incrusta en sus caras como agujas afiladas.
       
       El barro se ha adueñado de todo. Ninguno fuma desde hace tiempo. La lluvia debería haber cesado hace ya muchos días pero es irremisible con ellos. Los capotes empapados no protegen a nadie y el calor inmundo se a adueñado de su piel apoderándose por sus poros, y sudan, sudan mucho, pero no lo distinguen al confundirse con las gotas de lluvia.
       
       Intenta llevarse a la boca un trozo de algo comestible. Lo muerde y se diluye con gran facilidad en su boca. La humedad le infiere un sabor nauseabundo a la comida, pero debe someterse a las circunstancias reinantes.
     
       Debería haber pensado en todo esto hace muchísimo tiempo atrás, cuando aun disponía de la posibilidad de haberse negado a ser parte activa de este insultante circo. Juventud ilusionante e ilusionada, momentos irremediablemente ascéticos, donde confundía la virtud con la ambición, la honestidad con la lealtad, la virginidad con la autosuficiencia.
       
       Ahora los grandes tabús destruidos por la manta perpetua de la realidad, se han estrellado sobre sus ideales, destruyendo desde lo mas adentro, sus tambaleantes principios.
       
        El fusil-ametrallador cada día pesa más, no sabe si es por que la guerra en estos momentos le ha conferido un matiz distinto a sus intereses y entendimiento, o si el material acerado de sus componentes  estuviera fabricado con esponjas absorbentes del liquido envolvente.
       
        Un silbido, o pitido, o disparo, dio la señal de alto. Bajo un chaparro se sentó junto a una docena de chavales imberbes e insensibles al calor como él. Alguien saco un papel de liar seco de algún recondito lugar bajo su uniforme. Otra mano alargo un poco de tabaco, mientras alguien sigiloso acercaba una piedra de hachís.
       
       La bomba estallo tan cerca que no tuvieron tiempo a correr, la onda fue tan intensa que tras la polvareda inicial no se oyó ni un lamento.
       
       Una fina lamina de papel de fumar se balanceaba en el aire intentando encontrar reposo en el maloliente cieno.
       
        Un nuevo silbido, o pitido, o disparo, dio de nuevo las ordenes de movimiento, en esta ocasión doce nuevas almas continuaron charlando bajo el chamuscado chaparro hablando de las novias y de lo trascendental de su paso por la contienda, de la necesidad de la avanzadilla de la que eran compoentes y de lo pronto que acabaría la guerra.
       
        El papelillo,  inmune a las miriadas de gotas que sobrevolaban el ambiente, se deposito con calma en su sonrisa vacía e inexpresiva, las hebras de tabaco se esparcía por el suelo, mientras la china se diluía en el agua  esperando ser quemada en otro mundo.
     
        Nadie recordara sus caras, no recibirán flores, no tendrán un funeral como es debido. Nunca existieron y nadie los reclamara, son victimas de la vorágine capitalista con ansias de mas poder, como el desahuciado del 4º del mes pasado.
     
        Cuantas vidas más se llevara el egoísmo, cuanto dolor deberá de seguir abriendo sus brazos a la pasividad humana, cuando demonios se revelaran los grandes afligidos contra el estatus establecido, cuantas docenas de jóvenes almas se llevara irremediablemente las sin razón de las guerras inducidas.

       
       Y esto es un retazo de la pesadilla, mañana al despertar, sentirás el regusto amargo del futuro incierto en el paladar de tus hijos y tendrás la necesidad de hacer algo. Pero la angustia te sobrepasara y te veras abocado al lamento profundo con un sollozo áspero e inquietante, esperando una mano que aúna las gargantas vociferantes de libertad, de sensatez e intransigencia contra la avalancha de maldad e iniquidad a la que estamos expuestos en la actualidad y a la que no somos capaces de contestar.
       
       

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