lunes, 6 de abril de 2015

Saludos al sol









        El frescor se pegaba a sus cuerpos, las miradas de complicidad se iban intercambiando mientras las bicicletas sonaban insistentes a cada cambio de marcha. Eran risas recalcitrantes en el ruido ensordecedor del trafico, pero eran risueños pactos de amor lo que surgía asiduamente de sus miradas. 

       Un camión cruzaba ostentoso por la avenida a la vez que hacia sonar la bocina para avisarles de su llegada. Supongo que no se daban cuenta de que el mundo seguía surcando la vida a su alrededor, pero ellos continuaban perpetuamente con sus apasionadas miradas, mientras compartían unos deliciosos y ansiados instantes de paz, de amor, de compañía y  de deporte. 

         Eran sus "momentos" los que les daban la vida, los "momentos" que le arrebataban a las largas horas del trabajo diario, para asi  poder acercarse ambos, a su peculiar rincón, a su habitación particular, a sus aposentos donde solo ellos habitaban, donde  solo ellos se podían decir sin decoro y sin premura,  lo que se amaban, lo que se querían, lo que ardientemente se deseaban, pese a los insistentes rayos del sol al mediodía, flechas de calor primaveral  que les recordaba la realidad del instante.

        Al cruzar el camino repleto de espigas se miraron nuevamente y supieron que ese era, sin lugar a dudas, su "momento", y sí, ... como no podia ser de otra manera, se volvieron a querer, a querer  como chiquillos sobre el prado húmedo y desnudo al amanecer.